El Libro de la Semana (XV): Kim


Normalmente, cuando hablamos del colonialismo siempre pensamos en un pobre pueblo sometido y un imperio tiránico que lo somete y lo atormenta. Sin embargo, en muchas ocasiones, es el conquistador quien finalmente logra unificar un grupo de pueblos y conformar una nación, con una cultura, un idioma y una historia comunes. Claro, esto contraviene lo que ostentan los insurgentes e independentistas, pero, al final, es un hecho histórico. Gracias a los españoles existen México y Perú, por ejemplo. Gracias a los holandeses existe Sudáfrica; gracias a los franceses y los ingleses existe Canadá y gracias a los ingleses existe Estados Unidos y la India, entre muchos otros.

Y es el caso de la India el que nos compete en esta ocasión. Rudyard Kipling nació en Bombay, en 1865, hijo de un soldado británico. De esta manera, Joseph Rudyard Kipling no era indio realmente, pero tampoco era inglés. O podríamos decir que era ambas cosas a la vez. Esta dualidad lo enriqueció mucho culturalmente y le dio una gran apertura, rara en un súbdito de la Reina Victoria. Kipling le dio la vuelta al mundo, yendo de la India a Estados Unidos, Canadá y Londres. Conoció a Mark Twain y fue reconocido como uno de los más grandes escritores de la lengua inglesa. En 1907 le fue otorgado el Premio Nobel de literatura, convirtiéndose en el escritor más joven (42 años) en recibir este premio (y lo sigue siendo). Sus dos obras más conocidas son El Libro de las Tierras Vírgenes (también conocido como El Libro de la Selva) y Kim, de la cual se dice que es su obra cumbre.

Y es que Kim narra las aventuras de Kimberly O'Hara, un pequeño huérfano, hijo de un soldado irlandés en la India, quien queda al cuidado de una mujer nativa que no lo procura mucho. Kim aprende a vivir en las calles, mendigando y usando su astucia y llega a mimetizarse tan perfectamente con su entorno que, si el lo decide, la gente no se da cuenta que es un sahib (un hombre blanco). Y es en las calles donde Kim conoce a un monje tibetano que se encuentra en un viaje de iluminación, buscando el "río de la flecha", un río místico que vio en sueños y por medio del cual logrará liberarse de la "rueda de las cosas" (el materialismo, la vida mundana), cuando se sumerja en sus aguas. A Kim le llama la atención la inocencia, pureza y sabiduría del monje y decide acompañarlo y convertirse en su chela (aprendiz, discípulo) para ayudarlo a sobrevivir en el complicado mundo indio. El monje lo acepta a su lado para instruirlo espiritualmente, con lo que los dos se enriquecen pensando que están ayudando al otro. Juntos toman El Gran Camino, transitado por miles y miles de personas que se transportan de un lado a otro de la India. En el camino, Kim se encuentra con un viejo conocido, Mahbub Ali, un comerciante de caballos quien es un espía británico. Mahbub identifica inmediatamente el potencial de Kim y hábilmente lo encamina a una posición militar, donde un coronel lo identifica por un dije que trae como hijo de un masón y, después de hablar con Mahbub, deciden que Kim debe recibir educación y entrenamiento secreto para entrar en el "Gran Juego" (nombre dado al espionaje que se vivió por el conflicto británico-ruso en la India, similar a la Guerra Fría).

Kim es enviado a un colegio inglés contra su voluntad, y sus estudios son pagados, para sorpresa de todos, por el lama tibetano. Durante sus vacaciones, es entrenado como espía por Mahbub y por Hurree Chunder Mookherjee (Hurree Babu, o simplemente el Babu), un hombre regordete y miedoso, quien resulta ser un gran espía y su jefe directo. Parte de su entrenamiento corre a cargo del sahib Lurgan, un vendedor de antigüedades y joyas, y maestro espía, quien lo adiestra en el arte de la observación usando un juego en el que le presenta un conjunto de joyas por unos segundos, los cubre y le pide a Kim que le detalle cada joya, o que mencione algún detalle específico, o retira una y Kim debe saber cuál fue. Este juego hasta la actualidad se conoce como "el juego de Kim".

A pesar de sus ocupaciones, Kim logra mantener contacto con el viejo lama y años después, cuando sale de la escuela, lo busca inmediatamente para seguir siendo su chela y volver a acompañarlo en su búsqueda del río de la flecha. Combinando esta actividad con su primera misión de espionaje real, Kim y el lama se dirigen a las montañas del norte, rumbo al Tíbet, donde un par de cazadores rusos, identificados como espías, han estado realizando mapas e investigaciones de la zona. La misión de Kim es robar estos documentos sin delatarse como espía.

Existe una controversia sobre este libro. Algunos lo etiquetan como una novela infantil o juvenil, mientras que otros afirman que es muy compleja para ser tomada así. Y es que Kim es una novela de aventuras, pero también es un hermoso y preciso cuadro de la historia y cultura indias de finales del siglo XIX y principios del XX. Un gigantesco país conformado por cientos de religiones, señores feudales, intereses locales, idiomas, etc. y al cual sólo logran unificar y mantener en paz los ingleses por medio de una ardua labor gubernamental y represión contra cualquier grupo que pretenda pasar por encima de las leyes que han impuesto. Si bien Kim es un sahib, el libro es una oda a la India y a su gente, su cultura y su historia. No retrata a los nativos como inferiores ni a los ingleses como superiores. Simplemente muestra un lugar donde confluyen muchas culturas y conviven en una precaria paz. Lejos de ser un libro moralista, Kim es más un libro histórico de aventuras. Y un gran atributo que tiene es el hecho de estar escrito en una forma muy sencilla y amena, por lo que se lee de forma muy dinámica y divertida.

Como de costumbre, mi recomendación es que lo lean y descubran por qué Rudyard Kipling sigue siendo el hombre más joven a quien le hayan dado el premio Nobel de literatura.

(Nota: A los habitantes de la India se les llama "indios", no "hindús", ya que este epíteto se le aplica a los seguidores de la religión Hindi, y, como me decía un amigo indio, no todos los habitantes de la India practican esa religión)

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